Como siempre hago en verano, continúo con las Crónicas de Hawaii VI para dar a conocer a los lectores de Las Crónicas y a aquellos que pasaron unos días y ya no están cómo se desarrollan los acontecimientos. Hoy me ocuparé principalmente de lo que acaeció en la noche del 31 de julio y de la frase estrella del verano, que, cabe recordar, es de Aitana y la he utilizado para dar nombre a esta crónica.
Hagan hueco en la agenda porque va para largo.
Que la disfruten...
Sollozos, tristezas, alegrías, risas, un cúmulo y un maremágnum de sentimientos indescriptibles a final del mes de julio este que se acaba de ir poco tiempo ha, y cuya frase estrella (o estrellada) ha sido la que encabeza esta Crónica Especial.
Aparte de lo que yo le diga a mi hermanísima, alias Fona, que el gayman ese del bañador blanco (con los calzoncillos debajo, por supuesto, no sé de dónde vendrá esa moda ahora) iba a entrar en la familia por encima de mi cadáver, o aparte de los chismes de las fiestas de disfraces donde la misma hermana esta mía se disfraza de Cruella de Vil (hay que tener narices para llevar a las amiguitas del alma de la correa y vestidas de dálmatas) y Aitana, autora de la frase del principio, de Wendy. Al final tendrá Bea razón y Aitana será la más normal de todos los que estábamos allí, porque la verdad es que lo que va pasando últimamente no tiene ni pies ni cabeza.
Total, que voy a empezar desde el principio de los tiempos. La situación tiene más peligro que el saque de Andy Roddick...
Lo que es lógico es que uno se pegue la “jartá a llorar” el último día, a sabiendas de que al día siguiente se vuelve a su casa de toda la vida y se tiene que dejar aquí la playa, el mar, el sol... Bueno, el sol no. No precisamente. Que en Madrid y en Ciudad Real hay lo menos entre los 35 y 40 grados si lo del cambio climático no sale adelante. Eso, durante el día. La noche, no sé.
Según Bea, “vamos a tener que salir de aquí en flotador”, o nadando, no recuerdo bien.
Según yo, “Venecia va a estar vacía comparado con esto”.
No voy a entrar en detalles con los llantos y risas, porque es que mientras tod@s lloran, al mismo tiempo se partían de risa, y es cuando llega el momento crucial en el que uno pregunta, “pero bueno, ¿estás riéndote o llorando?”, eso acrecienta aún más la risa entre lágrimas y acrecienta aún más la urgencia de ir a por el flotador o a por la góndola.
Voy con la frasecita estrella. No sé cómo salió, pero el caso es que surgió el tema del Titanic. Mira que no se ha hundido veces ese barco. Una momia maldita de Egipto llevaba a bordo, el barquito. Y claro, sale el tema del Titanic, con la muerte por frío - congelación del Caprio. Y va Aitana con mi hermanísima Gema, alias Fona, y ambas meten los pies en la cálida agua del Mediterráneo, lo que propicia la siguiente exclamación de la primera:
“¡Eh, chicas! ¡Es como el Titanic! ¡Está buenísima!”
El torrente, la catarata, la cascada de risas no se hizo esperar más de unas décimas de segundo.
Vamos a ver, dice Bea.
- Primer punto. El Titanic navegaba por el océano Atlántico, Norte.
- Segundo punto. El Leo Di Caprio murió congelado en el agua. Por consiguiente se deduce que el agua del Titanic NO estaba buenísima.
- Tercer punto. Si a esto le sumamos que el Titanic chocó contra un bloque enorme de hielo, vete a saber dónde hay bloques de hielo, montañas de hielo, icebergs cuya punta es el mínimo, como todo el mundo con un mínimo de cultura sabe.
- Conclusión: no has visto Titanic.
Bueno, esto no era así pero más o menos.
En fin. Que es en estos momentos cuando uno dice, “joder, el Internet, qué gran invento”. Es cierto, puedes comunicarte a distancias kilométricas. De hecho los besugos anónimos que me dejan los comentarios vete a saber de dónde son. Tal vez de Mongolia. Aunque ahora ya está el tema de los comentarios controlado. Ponty, de ti me ocuparé personalmente durante esta temporada 2007 - 2008. Puedes jurarlo, cerdupio.
Más historias, esta sobre lo mal que está la gente. Pero muy mal. Muy mal, peor, peor.
Resultaba que en ese momento crítico de llantos, sollozos, sonrisas, lágrimas y carcajadas debido a algún comentario con el que no sabías si reírte o llorar, aparecen al fondo dos tíos mandangas que vete a saber lo que se estaban fumando. No sé cómo pasó, pero en la distancia acabaron sabiendo el nombre de mi hermana, no dicho por ella, desde luego, y el mío. No sabía yo que fuera de los límites del mundo veraniego de la urbanización me conociera alguien más. Aparte del señor Winston Smith, amigo del foro, que se me acercó en la playa. He de decir que no lo había visto. Y que no me esperaba verlo. Mira que es grande España, mira que hay playas y va el tío y se me aparece delante...
Pero bueno, vamos con los dos tiparracos estos, que se sentaron por allá lejos. Bueno, lejos. Veinte metros, no llegaba. Total, que cogen la niña hermana mía y las otras dos y se largan a despedirse de no se quién. Un besugo de estos, de los Magníficos. En terrenos más fangosos no voy a entrar que luego me crujen, vaya si me crujen. Yo creo que no tengo playa para correr. Me quedo con las otras dos. Y es cuando digo para mis adentros: “En ocasiones, oigo voces”. Sí, sí, oigo voces que me llaman. Me llaman por mi nombre. Javi. Sï, ése es mi nombre. “Javi, preséntanos a tus amigas”. Me quedo helado. Es cuando decidimos que yo me quedo en el mismo banco en el que estoy mientras las otras dos van a buscar al grupito de mi hermana. Si hay novedades respecto al asunto, aviso con el tradicional método de siempre. Para algunos besugos el tradicional método de siempre sería ponerse a dar voces a la una y cuarto de la mañana. No es ese el método de siempre. Total, me siento en el banco (que por cierto, eran las doce y media de la mañana del 31 de julio y Manolo aún no ha limpiado el banco), y oigo voces que ignoro. “Javi, Javi”. Paso. En ese momento no me llamo Javi. Me conviene más llamarme F.J. O Fran, por darle algún uso útil a la F. Oigo pasos por el pasillo bajo las escaleras 1 y 2. Vuelven ellas. Me levanto. Hago un gesto. Sí, siguen ahí los dos tíos raros fumetas. Y va Irene y se asoma, cual James Bond, pegada a la pared: llega a la esquina y asoma la cabeza. En ese momento cometemos la mayor idiotez, la mayor estupidez, la mayor sandez cometida por nadie en el planeta (excepto tal vez la de ZP con de Juana Marrana Almorrana del Chaos Theory después del bombazo de la T4 o la de Aznar diciendo que no querían que conduciera por él en estado ebrio). Salimos pitando y nos metemos de cabeza en la escalera 2. No sé de qué narices huimos. No lo tengo muy claro.
“¿Salgo y les parto las piernas?”, pregunto. Hale, ahí va el valiente, escucho voces. Y se hace la luz. “¡Pero Marta, no des la luz!”, oigo a Bea. Menudo desastre. Tomen nota, oh lectores y amigas mías: Si fuéramos de los servicios secretos de espionaje nos habrían matado a todos en tiempo récord. Pasan cinco minutos en los que me congratulo de que no haya nadie que habite en los dos pisos bajos en esos mismos momentos. Si llega a haber alguien, la que nos cae es fina. Y salimos del portal. “¿Están ahí?”, “No, no hay nadie”. Avanzo, llego a la esquina, sigo avanzando, llego a otra esquina, me aposto en una columna como si fuera Jack Bauer... y veo al fondo dos figuras con cara de malos. Pero qué caretos tenían los tíos. Pero qué tíos. Nada más verme empiezan a caminar. Ni qué decir tiene que salgo pitando. Yo con dos desconocidos que pueden llevar hasta una navaja no me meto, por mucho cinturón marrón que lleve. Otra vez a la escalera dos, todos en tromba. “¡Pero no des la luz!”, otra vez Bea. Yo ya no sé si reírme o llorar. Igual que antes. Mi hermanísima y la hermana de Bea, se parten de risa.
Nota: me autoresponsabilizo (aunque la idea no fuera mía, pero como a los tontos como Ponty o Cinthya les gusta insultarme y el Sheriff ya no me saluda... jo, voy a llorar) del follón en la escalera número 2.
Total, que entre pitos y flautas, entre pianos y violines, entre cuerdas y metales, otro mes de julio que se va, al estilo que diría Albus Dumbledore, que en su retrato de Hogwarts esté, y otra crónica especial veraniega que retransmito, como siempre, en diferido, desde este procesador de textos, para copiar y pegar en el blog y todo eso.
Que luego los tipos esos se quedaron sentados en el banco, y cada cual se fue a su casa tranquilamente, sabiendo que al día siguiente ya se habría acabado lo que se daba. Una pena, la verdad.
En fin. Que ya cuando lea el séptimo de Harry Potter... si eso vuelvo con más.
PD. Ayer por la noche (no me enteré porque estaba durmiendo, es lo que tiene tener que levantarse a las seis para ir al curro) los besugos se pusieron a dar el por saco. Pues cogió el señor presidente don Francisco Teatino y se puso bajo la casa del padre de Pedrito (o Perico), alias el Farmacias (por el oficio), y se puso con la radio a toda leche, por sus santos... pies, que se puso. Joé, que me lo perdí. Ni la pelea entre Hamilton y Alonso, oigan.
PPD. Mi más sentido pésame a los madridistas. Creo que el Dépor volvió a ganarles...
PPPD. ¡¡ALEX, EL TONGO DEL BALONCESTO, A VER SI LO VAMOS PONIENDO!! Gracias...
2 comentarios:
La gorra la tengo en mis cojones, ¡en mis santos cojones, capullo, que estás todo el puto día haciendo el CAPULLO, EL CAPULLO!
¡¡VETE A TOMAR POR C... DE ESTE BLOG!!
¡Vas a publicar comentarios aquí por encima de mi cadáver!
¡POR ENCIMA!
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